no oír el rugir de tripas de tantos, ni su llanto, ni su dolor,
establecerme correcto, filósofo, neutral, independiente,
manejarme bien con toda la gente.
El caso es que me afectan las cotidianas tristezas,
la de los supermercados, la del metro y las aceras,
también las que me quedan lejos,
las de los secos desiertos, las de las verdes selvas.
El caso es que me parecen buena gente,
algunos luchadores del ocaso,
que se parten el pecho por ser escuchados,
que morirán en alguna esquina, tiroteados.
El caso es que me afectan, quizás demasiado,
la tristeza de los suburbios, el drama urbano,
saber que seremos caníbales dentro de poco
y que no habrá carne suficiente para todos.
El caso es que me afecta, quizá más de lo normal,
tener tanto miedo al cruzar mi portal,
ver que arde mi ciudad o que sangra el asfalto.
Quizá debería ver menos el telediario.
“Ya quisiera yo” (fragmento). Ismael Serrano.
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Al parecer hay un común denominador en los balances que se hacen sobre el año, uno en el coincidimos hasta con las cadenas internacionales: los números.
En mi Dominicana querida hubo un censo este año y como dato preliminar se habla de 9.5 millones de habitantes en media isla (mal contados supongo), los noticieros anuncian que hubo un incremento en los pleitos en el congreso (no vale el esfuerzo establecer cantidad), disminución en las visitas a lugares de entretenimiento familiar, incremento del cierre de centros de diversión familiar, aumento en la tasa de matrimonios y decrecimiento en los divorcios -que están más caros que años atrás-. Más nacimientos pero también más muertos… más más y menos menos.
Desde que recuerdo las comparaciones me han parecido odiosas, aunque algunas necesarias, porque tratan de cobijar todo en la misma sombrilla. Es como si de pronto nos convirtiéramos en sólo un número frío en la estadística, uno que poco o nada importa los sentimientos o circunstancias por la que estemos pasando de manera individual.
Escribo estas líneas cuando faltan horas para las 12 campadas de las 12 de la media noche y antes de medio día el conteo no se detiene: se anuncia que más de un cuarto de la población en la capital disfrutará de actividades a cielo abierto, más de un tercio viajó a provincia para estar con los suyos, más de la mitad debe trabajar hasta medio día, etc., etc., etc.
Sin embargo, hay aspectos estadísticos que pueden hacer a una persona feliz a las 7 de la mañana y sentirse como algo más que un insensible dígito. A esa hora verificamos los inventarios de este blog. Fue una agradable sorpresa. Desde mediados de este año se han multiplicado los lectores, lo mejor fue saber que no solo la familia visita la página aumentaba el marcador, hay personas de otros países que con regularidad nos visitan y es posible que hasta lean más que las letras de canciones.
De pronto sentí que los esquemas eran más que números fríos y odiosos. Siendo sincera les confieso que tuve la sensación de que, en la pequeña sala de mi apartamento, personas con varios acentos se sentaba con una taza de café, té, mate, cola, vino o simplemente agua para hacernos confesiones en la intimidad del silencio; sentí que hay vida allá afuera y que de alguna forma los números eran la muestra de su existencia.
Supongo que todo dato frío tiene su tibieza. Gracias infinitas a todos por esta sensación tan agradable que llegó con las cifras de sus visitas.
Un Feliz inicio de año y gracias infinitas… vuelvan pronto.