martes, 17 de agosto de 2010

Eva

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Palabras para Julia (Fragmento). José Agustín Goytisolo.

La voz al otro lado no importaba más que la luz que parecía escurrirse de la bombilla al final del salón, al fin y al cabo era solo otro interesado en tarifas y servicios.

Eva decidió no comentar. No había disponibilidad, la agenda estaba cerrada.

Los pies le dolían. Decidió descalzarse, el contacto con el frío de la cerámica le parecía agradable y jugó con un objeto redondo que encontró mientras contaba las palabras para no parecer grosera con la voz al otro lado. No usar palabras demás o de menos era el secreto para que volvieran a llamar.

Colgó el auricular y se dio cuenta de que aún llevaba consigo el bolso rojo en el hombro y las llaves apretadas entre sus manos. Lanzó al sofá el bolso rojo que llevaba en el hombro y a la mesa las llaves que tenia apretada en sus manos. Poco importaba el lugar, después de todo a nadie molestaría.

Eva meditaba en su nombre siempre que podía. Creía en la predestinación. Pensaba que los nombres dictaban el futuro de las personas, esa era la única razón de que su amiga Alejandra tuviera tan buena estrella para obtener grandes cosas; ella en cambio desde que nació –decía- estaba sentenciada al pecado.

Empujada por el deseo de cambiar la desgracia de suerte que le tocó, volvía en sus pasos y cerraba la agenda para siempre jamás –se repetía de mes en mes-.

Siempre le llamó la atención que la espera parecía normal para muchos, sin embargo a ella le desesperaba.

Eva desesperaba mientras aguardaba por “Adán”, ese hombre que era su media mitad; uno que mordiera la manzana del pecado con ella y, lejos de rechazarla, se fuera a acompañarla al destierro.

Adán era el nombre de una nueva voz al otro lado del teléfono, como por inercia, abrió la agenda y anotó algunos datos mientras calzaba sus desnudos pies.

De un zarpazo cerró la agenda, tomo el bolso rojo del sofá y lo colocó en su hombro, tomó las llaves de la mesa y las apretó en sus manos mientras echaba un vistazo a la luz que languidecía en la bombilla al final del salón.

Decidió partir en busca de su jardín, su fruto prohibido y su Adán.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Saliendo de las comillas

El velo semitransparente
del desasosiego
un día se vino a instalar
entre el mundo y mis ojos.

Yo estaba empeñado en no ver
lo que vi, pero a veces
la vida es más compleja
de lo que parece.

Volví a creer que se tiene
lo que se merece,
la vida es más compleja
de lo que parece.

No quiero que lleves de mi
nada que no te marque.
El tiempo dirá si al final
nos valió lo dolido.

La vida es más compleja de lo que parece (fragmento). JORGE DREXLER -

Al comenzar un escrito lo que más me cuesta son las dos líneas iniciales, esas que me sirvan para “romper el hielo” como en la primera conversación o la decisión de qué preguntar a una persona que parece atractiva para no parecer ansioso u obseso. Las formas, el protocolo, lo correcto según lo que se espera en ciertas circunstancias… que difícil se torna ser espontáneo en nuestros días; hasta la sonrisa es un rictus perfectamente practicado para no excederse o quedarse corto al saludar, despedir o simplemente agradar a alguien.

Después de “romper el hielo” es cuando las cosas se hacen verdaderamente difíciles (aunque no lo parezca). Los rituales nos ganan. El número de citas correctas antes del primer beso, esa es la diferencia entre una relación “seria” o un “encuentro casual”. La rigurosidad en el toque de espalda o apretón de manos marca las distancias en las relaciones; la velocidad y el tono de voz te dicen cuando puedes tomar en serio o no una conversación; una llamada es la diferencia entre “me interesa conocerte” o “eres entretenida (do) pero solo en actos sociales”.

Saber cómo responder es todo un arte. Lo que decimos obedece a las jerarquías, cercanías o distancias que se quiera imponer… en realidad temo que, de continuar, no pueda concluir con los ejemplos.

Las formas toman ribetes peligrosos cuando no sabemos “qué hacer” o cómo “comunicar” las cosas a personas tan cercanas como nuestra propia familia. Llegamos a creer que, lejos de entendernos, se resignan a lidiar con la suerte de hijos o hermanos con los que les ha tocado compartir.

No parece ser coincidencia que la enfermedad de este tiempo sea es “STRESS”. Si no podemos dejarnos fluir con los nuestros ¿con quién entonces?

“Siempre hay espacio a ser auténticos”, solemos escuchar, en cuyo caso nos exponemos a ser vistos como raros (porque desadaptados es difícil de asimilar).

Sea lo que fuere o quien fuere que marque el ritmo de tantas “clasificaciones”, “definiciones’, “conteos”, todolo que sigue y lo que falta (a lo que generalmente llamamos etcétera), absurdos, por demás, pueden decirle que, abiertamente, manifiesto que me disgusta y me atrevo a ir más lejos: no voy a seguir sus trazos… Prefiero ser yo a que alguien más lo sea por mí.

lunes, 2 de agosto de 2010

Me dueles pero te recuerdo!!

Cada uno da lo que recibe
Luego recibe lo que da
Nada es más simple
No hay otra norma
Nada se pierde
Todo se transforma

“Todo se transforma” (fragmento), Jorge Drexler.

Hace muchos años no pocos luchaban por gloria, obtener el honor de ser recordados era el más anhelado deseo. Aun en nuestros días es difícil imaginarse cómo un buen día un pastor decidió abandonar su rebaño y quemar una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, el templo de Artemisa (o Diana como también se conoció), de un momento a otro estaba en llamas sin que nadie se explicara los motivos.

Hizo falta la tortura para arrancar a Eróstrato (hasta ese momento anónimo) los motivos de su extraño accionar. Ser recordado a través de los tiempos fue el único móvil. Después de esto ni una prohibición bajo pena de muerte impidió que fuera citado hasta nuestros días.

En más de una ocasión recientemente he escuchado referencias de este peculiar personaje que fue el motivo de mi reflexión: “un hombre que destruyó una de las 7 Maravillas del Mundo”, así decidió ser recordado.

Antes de Eróstrato y mucho después de él, las personas eligen la forma en la que serán recordadas aunque no mediten las consecuencias; en ese momento solo importa alcanzar la inmortalidad… ser “perpetuados”.

¿Cuánto tiempo le tomó pensar su plan? imaginar la quema, las dimensiones de la misma, lo que lastimaría a los seguidores de la divinidad deshonrada, su propio dolor, la posterior tortura a la que, de seguro sabía, sería objeto; todo eso ocupa espacio. Quizás lo meditó o quizás no; puede que de pronto llegara al él una chispa y, antes de poder medir, ejecutó la acción en un arranque de locura.

¿Será que a Hitler le pasó igual?

Me detengo un segundo más antes del punto final y otros ejemplos están conmigo, Gandhi (¿por qué no?). ¿Qué puede llevar a una persona a estar de uno u otro extremo de la línea que separa los simples mortales de esos perennes de la historia? Nuestras acciones y decisiones son eso: nuestras.

En la historia siempre encontraremos opuestos: Nazis Vs. Judíos, Venezuela Vs. Estados Unidos, Estados Unidos Vs. Irán, Mozart Vs. Salieri (en la versión de Alexander Pushkin) sin que entendamos del todo sus puntos tan opuestos y extremos.

Son muchas las preguntas sin respuesta pero ello no nos hace olvidar la realidad que durante nuestra existencia ha sido más que evidente: cada persona tiene su lugar en el mundo, uno que no necesita pelear, usurpar o arrebatar y que, sin duda, está marcado por las decisiones que toma.

Tiempo después de oír la historia de Eróstrato me enteré de que el incendio coincidió con el nacimiento de Alejandro Magno.

Y tú ¿a quién recuerdas? Hay decisiones que nadie puede tomar por nosotros.