viernes, 24 de septiembre de 2010

Carta

Varias primaveras atrás
el viento cambio,
y una canción me trajo hasta aquí.

No fue más que un signo sutil
que luego creció,
y una canción me trajo hasta aquí.

Antes, antes en aquel otro mundo distante,
tiempos de otro cantar.

Lejos, lejos con la mirada en otros espejos,
sin darme cuenta un día eche a andar.

Con un entusiasmo infantil
que dura hasta hoy,
una canción me trajo hasta aquí.

Fui dejando versos detrás
renglón a renglón,
una canción me trajo hasta aquí.

Antes, antes en aquel otro mundo distante,
tiempos de otro cantar.

Lejos, lejos con la mirada en otros espejos,
sin darme cuenta un día eche a andar.

“Una Canción me trajo hasta aquí”. Jorge Drexler.

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Querido mío:

Hoy recordé nuestro aniversario, uno del que creo solo yo guardo memorias; esa hermosa y calurosa noche de julio en la que vestí de rojo mis carnes y de risas mi alma; aquella en la que estuvimos dispuestos a hacer cualquier cosa que nos hiciera felices porque era nuestro aniversario.

Creo que nunca lo dije pero al llegar al restauran una gran emoción me iba cercando el alma y el toque mágico de nuestras miradas me decía que éramos cómplices en cada instante.

Siquiera el brusco aterrizar que nos dio el momento pudo romper lo especial de la noche. Sabores suaves y sublimes, así lo imagine por días. La comida fue un desastre ¿recuerdas? Y justo cuando pensamos que nada podría ser peor… llegó el postre; lo único sobre lo que no hubo queja fue el frasco con agua que apenas alcanzó a limpiarnos el paladar.

Desastrosa selección para celebrar nuestro aniversario.

Aún con el deseo de retroceder en el tiempo y jamás haber entrado a ese lugar, partimos sin rumbo, al menos eso me pareció. Caminar era lo único que nos quedaba pero a mi poco o nada me importaba dónde porque estábamos juntos y felices. Una pequeña esquina fue nuestro cómplice y sentí que fue el gran amigo que limpió el mal sabor de boca (literalmente) y los malos momentos. Llenó con música el resto de la velada, una que terminó con polvos de hada que nos hicieron volar y olvidar lo vivido solo momentos antes.

Ahora que no hay más aniversarios -ni míos, ni tuyos, tampoco nuestros- me pregunto si habrás sentido igual. Hoy no es nuestro aniversario pero no pude evitar recordar cada detalle de esa noche.

También recordé lo felices que fuimos con extraños apodos y forma de hablar. ¿Alguna vez te di las gracias? Aprovecho y lo hago: GRACIAS QUERIDO MIO, porque sin saber te convertiste en más que “mío” y en mucho más que “querido” . Es bueno saber que no siempre se pierde un amor, en ocasiones se gana un gran amigo.

Con los días descubro que rara vez podemos decidir qué lazos nos unen pero si la forma en la que podemos querernos y respetarnos mas allá de detalles tontos o discusiones estúpidas (aunque se trate de esas de debimos tener).

Gracias!

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Con los pies mojados...

Oh! que será, que será
…Que anda en las cabezas
Y anda en las bocas,
que va encendiendo velas
en los callejones…

Será que será
que no tiene certeza
ni nunca tendrá,
lo que no tiene arreglo,
ni nunca tendrá;
que no tiene tamaño

Oh! que será, que será
que vive en las ideas
de los amantes,
que cantan los poetas
más delirantes,
que juran los profetas
embriagados,
que está en las romerías
de mutilados,
que está en las fantasías
más infelices,
los sueñan de mañana
las meretrices,
lo piensan los bandidos
los desvalidos,
en todos los sentidos

Será que será

…Y el mismo padre eterno
que nunca fue allá
al ver aquel infierno
lo bendecirá,
que no tiene gobierno
ni nunca tendrá,
que no tiene vergüenza
ni nunca tendrá
lo que no tiene juicio

“Oh! qué será?” (Fragmento). Chico Buarque

¡¡Cuántas ideas compartidas y reservadas estos días!! He tenido mucho tiempo de reflexión antes de poder plasmar algo definitivo y compartirlo con ustedes. Eva (protagonista del escrito anterior) ha tenido la oportunidad de seguir con su historia, igual que yo.

Siempre me ha llamado la atención la forma en que las personas vienen y van de nuestras vidas. Entran y salen sin que podamos (muchas veces) advertir  lo que hay detrás de tantas apariciones y desapariciones.

Hace unos meses visitaba un restauran en la playa; era hermoso, acogedor, cálido y con aires bohemios tan mágicos que pocos hubieran resistido envolverse en el ir y venir de las olas. Lo más curioso es que lo percibí al volver la semana pasada. El ambiente era tan distinto entonces que resultaba imposible compararlo con el lugar que había conocido solo semanas atrás.

¿Por qué no percibí entonces los detalles que lo hacían tan especial? ¿Era acaso que estaba redecorado, reubicado o readecuado? Nada de eso. La única diferencia era mi disposición, emoción, el interés, la decisión de pasarla bien con la persona más importante: Mimisma.

No hay sensación como la de mojarse los pies mientras se camina por la playa mirando un hermoso atardecer que se torna mandarina -como en escena de película romántica-. Es volver la vista a nuestra condición de isleño y verse acorralados, una vez más, hasta dejar salir el verdadero yo.

Por lo general sufrimos, lloramos, entramos en un estado de desesperación y hasta depresión por la partida de personas de nuestras vidas. El dolor es más grande cuando no parten del mundo físico y sólo lo hacen de nuestras vidas (¡que curioso!).

Esta vez me alegré de que las cosas sean como sean. Decidí agradecer “la liberación de cosas” como diría Facundo Cabral. Rápidamente he comprobado que lo a mi vida ha llegado es mucho mejor que lo despedido. En mi corazón he agradecido las lecciones que me han dejado y he procurado hacer los honores de lugar para nada quedar a deber.

Mojar los pies y limpiar el alma… entiendo que es lo mejor que he podido hacer en este tiempo de ausencia de ustedes y presencia en Mimisma.

¡Gracias por extrañarme!