martes, 30 de agosto de 2011

Eva... Monocroma

Nuestra primera intención
era hacerlo en colores:
una acuarela que hablara
de nuestros amores.

Un colibrí polícromo
parado en el viento,
una canción arcoíris
durando en el tiempo.

El director de la banda
silbando bajito
pensaba azules y rojos
para el valsecito.

Pero ustedes saben, señores,
muy bien cómo es esto;
no nos falló la intención,
pero sí el presupuesto...

Fuimos quitando primero
de nuestra paleta
una mirada turquesa
de marco violeta.

Luego el carmín de las flores
encima del piano,
una caída de sol
cuando empieza el verano.

Todo los tipos de verde
de una enredadera...
Ya ni quedaban colores
para las banderas.

Nuestra intención ya no fue
más que un viejo recuerdo
y esta canción al final
se quedó en blanco y negro.

En blanco y negro
esta canción
quedó en blanco y negro
con el corazón,
en blanco y negro,
nieve y carbón,
en blanco y negro,
en technicolor,
pero en blanco y negro..

“Dos colores blanco y negro”. Jorge Drexler.

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Era imposible con ella… todo se volvía drama. Después de un tiempo las flores de la primavera comenzaban a marchitarse y Eva volvió a sus noches de insomnio.

Su estomago revuelto recordaba cada instante de emociones ya fugadas, la furia inexplicable de sus encuentros, otra entrega 'para siempre jamás'… el mismo maldito vacio al final del capítulo.

Nunca se vio como prostituta porque le asistía el derecho a buscar su felicidad de la única forma que conocía… abriendo las piernas, aunque mientras mojaba su sexo secara su alma; así se defendía de cualquier posible reproche, aunque proviniera de ella misma. Mientras más empeño ponía en sentir placer dejando fluir los gemidos que le provocaban el momento, su interior se iba quedando sin palabras.
Tenía tantos puntos suspensivos, tantos cabos sueltos, el horror de su voz que se perdía en el bullicio de gritos sin pudor… la sensación de que algo de color faltaba aún. Aun los payasos tristes tenían su nariz roja, el cine en blanco y negro su sepia, los grises de días nublados conseguían el rojizo de los atardeceres cuando el sol se acercaba pero Eva aun no encontraba el tono adecuado, uno duradero, único y creado para ella.

No más Adanes, no más ilusiones de las que calentaban su cama y helaban sus días.

– ¿Pero qué coño es lo que busco?- gritó sin querer contenerse, sin importar quien escuchaba o se sentía herido porque la magia del silencio se había roto. Eva miró un espejo que parecía reflejar a alguien más. Descubrió con bastante agrado que su voz había vuelto, clara y firme, no había vacilaciones en ella.

Sin embargo, no tuvo la misma fuerza y determinación para darse una respuesta.

jueves, 18 de agosto de 2011

Eva y su azul...

Envidia,
tengo envidia de los valles,
de los montes y los ríos,
de los pueblos y las calles,
que has cruzado tú sin mí.

Envidia,
tengo envidia de tus cosas,
tengo envidia de tu sombra,
de tu casa y de tus rosas,
porque están cerca de ti.

Y, mira si es grande mi amor,
que cuando digo tu nombre,
tengo envidia de mi voz.

Envidia,
tengo envidia del pañuelo,
que una vez secó tu llanto;
porque yo te quiero tanto
que mi envidia es tan sólo amor.

Envidia, envidia,
tengo envidia,
y es de tanto amor.

“Envidia”. Hermanos García Segura.

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¿Cómo negar el dulzor que sentía su paladar al despertar? ¿Cómo descubrir si aun dormía después de sentir ese extraño éxtasis que la invadía?

Esta vez sonreía al mirar el techo, con los primeros rayos de sol que se escurrían por sus cortinas verdes mientras se incorporaba y descubría un nuevo color en su desnuda anatomía. Eva había desnudado más que su cuerpo esta vez; dejó salir la felicidad reprimida por tanto tiempo y no se preguntó cuánto duraría aquel tintinar de campanas en el aire.

Por alguna razón no quiso vestirse. Se sentía cómoda con el viento rosando cada parte de su piel, corrió todas las cortinas para que el sol y el viento la tocaran sin sentir pudor alguno. Sentía libertad y quiso disfrutarla.

Recorrió la casa sin calzar sus pies y sus ojos se posaron en una mesa al centro de la habitación. Un arreglo de rosas azules del que no logró apartar sus ojos.

Eva tenía la manía de investigar el significado de toda muestra de afecto posible, así que sabia al dedillo qué querían decir los chocolates por su forma y color, el incienso o las velas por la esencia que le acompañaban, los anillos por su color y tamaño de las piedras pero nada la cautivaba más que el significado de las flores.

La perennidad y sutileza de la naturaleza lograban cautivarla más allá de lo imaginable… -Rosas azules- pensaba. Confianza, armonía y afecto era justo lo que sentía en ese instante en el que el suave viento tocaba su piel, la luz de un sol de mañana le alegraba el momento y unas rosas eran el punto final a los sentimientos que por tanto tiempo le atormentaron.

Como una chispa que incendia todo alrededor obtuvo la respuesta que necesitaba.

Eva se convenció de que ya no era necesario pensar más en el Adán que la acompañara a morder el fruto prohibido. Este era el período azul, color que adornaba a su príncipe y sus rosas.




martes, 9 de agosto de 2011

La hermana de Eva

Desde mis ojos que miran,
desde mis manos que tocan,
desde mi lengua y mi boca
doy fe de vida.

De vida por todas partes,
de vida por dondequiera,
de cualquier modo y manera,
a pesar de los pesares.

Desde los sueños pendientes
y los fracasos cumplidos,
la memoria y el olvido
dan fe de vida.

En las luces y en las sombras,
con su miel y su vinagre,
a mi espejo miserable
viene a mirarse la vida.

Vida…vida de mi vida,
vida que da vida,
vida... vida que apresa,
vida que ríe,
vida que besa,
vida... vida bienvenida,
vida que convida,
vida... vida que duele,
vida que mata,
vida que muere,
vida... vida compañera,
vida por bandera,
Vida.

“Fe de vida”. Joan Manuel Serrat.

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* Es un honor para una servidora compartir en este blog esta colaboración. Gracias a "Luna".
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Luna, sentía ahora el sol que dejaba escapar Eva. Se aferraba con verdadero desenfreno.

Tomar… dejar…. Ese era el mundo de ambas…

Experiencias…. Ansiedades de otros…. Somos un colchón que todo lo sabemos…. hasta el olor de la baba, eso le repetía constantemente Luna a Eva.

Toda esa sabiduría podía ser aplicada, pero NO, preferíamos ser colchón, escuchar…atender….demorar la salida….cerrar las ventanas laterales… las puertas de atrás… aferrarnos a algo que sabemos solo durará lo que una escapada.

Eva y Luna se sientan y en un café vuelven a tomar y a dejar.

Toman el amor que dejó el último, el olor a baba del primero que uso la habitación, las experiencias de todos….

Y, al final del día o la noche, cuando a Eva se le escapa el sol y lo toma Luna, las dos renacen para volver a escuchar.

lunes, 8 de agosto de 2011

Eva… con algo mejor

Me conformo con verte aunque sea un instante,
me conformo con mirarte un momento nada más
para llevarme lejos el matiz y el contraste
que dan tus ojos bellos junto a la inmensidad.

Y aunque me digas que no me quieres,
dulcemente vivirás en mi,
como canto de inquietas aves,
como el rocío de una nube gris.
Y aunque mi vida se torne errante
Te juro que anhelante esperaré por ti.

“Anhelante”. Ilán Chester

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Eva jamás pensó en el desenlace de aquella trama. –Mereces algo mejor- decían todos, ‘tal parece que se habían puesto de acuerdo’, pensaba de a ratos.

Después de tanto amor derrochado, de noches solitarias, de abrazos rotos, besos vacios, todos dicen que merece algo mejor que la tibieza que encontraba en su pecho, que el susurro de voz reiterándole cuán importante era para él.

-Mereces algo mejor- ¿Qué significado tienen esas palabras? ¿Qué es algo y que es mejor?

Ella conocía a la perfección la soledad en todas sus formas pero nunca se le ocurrió pensar que estaría acompañada por otro ser que no fuera ‘su Adán’. A diferencia de otras ocasiones no quiso bautizar a aquel que acompañaba sus sueños aunque sabía que siempre estaría vacía su cama.

¿Será que en el afán por encontrar compañía se había olvidado de distinguir entre lo bueno, lo malo y lo mejor? Cada noche lo pensaba mientras susurraba un ‘buenas noches’ con la esperanza de que el viento le trajera uno similar con su voz adornando esas palabras.

Todos parecían tener la solución para Eva pero solo eran palabras. –Mereces algo mejor- repetían sin cesar. Sin embargo ella pensaba que comenzaría con ‘algo’ con la seguridad de que al final sería ‘mejor’.

martes, 2 de agosto de 2011

Eva: mirando el sol...

Se oye hablar de un canto de mujer,
nadie la ha podido ver,
la leyenda habla de una voz sin piel
desde el cielo llora y sin querer.
Deja lágrimas caer
cuando llueve todos dicen que es Deray

La voz de la tristeza es Deray.
Nadie estuvo en el amanecer
de los tiempos pero creen
que la luna allí se enamoró de él...

Dice el viento que ella se acercó
tanto que su rostro ardió
y por eso esconde su dolor Deray.
La cara oculta de la luna es Deray
amor letal, que canta para no llorar.

Luna canta para él,
amanece y cuentan que
en los días de calor
el sol muere de pasión,
el mar son lágrimas que hizo
llover la voz de la tristeza… Deray

“Deray”. Rosana

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Esa noche Eva comenzó a descubrir cuanto puede doler el amor. Supo que su forma desmedida de entregarse no había sido la mejor decisión y en muchos casos era la razón de su perdición.

Los efímeros encuentros con sus múltiples Adanes ahora parecían desagradables escenas que, a toda costa, quería borrar de su memoria.

Por instantes deseó desvanecerse y ocultarse como el sol que se escurría frente a ella. El sol, que tantas veces provocó sus sonrisas, ahora se marchaba dejándola sola en aquella sala que parecía helarse aunque estaba en el pleno verano.

¿Cómo se mide la profundidad de un beso, el límite de un abrazo, lo que dura un amor?

Eva siempre encontraba respuestas a esas preguntas y se sorprendió en ese instante al percatarse de que eran tan variadas como los rostros de Adán que, uno tras otro, llenaban y vaciaban su vida sin reparar en formas o preguntar por sentimientos.

Por más que intentaba, la palabra ‘adiós’ nunca fue de sus preferidas, por eso dejaba abiertas puertas traseras y ventanas laterales, a sabiendas de que jamás un Adán intentaría usarla aunque sus labios siempre se despidieran con un suave ‘hasta luego’.

Aunque Eva nunca pronunció esa horrible palabra que indicaba lo finito, la despedida y el punto final del capítulo, sin embargo conocía perfectamente el sentimiento que se asomaba al llegar cada silente separación… un sentimiento muy parecido al que ahora sentía al ver escurrirse el sol.