por una vez que algo sale bien,
si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también
Se va,
se va,
se fue…
"Se va, se va, se fue..." (Fragmento). Jorge Drexler
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Hace años (decir cuántos seria una indiscreción) escuché una historia que me marcó de manera definitiva. En la misma un joven, con serios problemas de ira, era aconsejado por su padre para que aprendiera a canalizar sus momentos difíciles.
Años más tarde los problemas comenzaron a agravarse, el (ya no tan) joven comenzó a agredir a las personas sin percatarse en ocasiones de lo que hacía y fue entonces cuando acudió a su padre en busca de solución a su problema.
Una vez concluida la conversación el (ya no tan) joven se dirigió a una tienda y se hizo de un martillo, clavos y una pieza de madera que cubría una pared por completo. Seguía al pie de la letra los consejos de su progenitor. –Pon un clavo en la madera por cada impulso violento que sientas hacia alguien, no importa si es solo verbal, igual coloca un clavo por cada palabra hiriente que llegue a tu cabeza- eran las palabras que seguía sin lograr entender del todo.
Hizo falta poco tiempo para que la madera careciera de espacios para nuevos clavos, sin embargo los impulsos no disminuían, así que, atormentado fue nueva vez donde su padre en procura de consejo. La respuesta fue tan intrigante como el extraño ejercicio anterior: - con cada impulso de disculparte por el daño causado quita un clavo de la madera-.
Aunque los clavos no fueron removidos con la rapidez con la que fueron puestos, al cabo de un tiempo no quedó clavo alguno. Por tercera ocasión estaba frente a su padre con la esperanza de entender el misterio de los clavos y la madera; la respuesta esta vez fue clara.
"Cada agravio es un hueco que no puedes componer más, sin importar qué pase; puedes pulir la madera, tratar de rellenarla pero nunca será la misma. Piensa si esa es la marca que quieres dejar… aunque retires el clavo la madera no será como fue". El (ya no tan) joven entendió, igual yo.
Desde ese día medito sobre las consecuencias que tendrán mis acciones y sus efectos en los demás. Ha sido útil (aunque no fácil) aprender a no herir, esperar a que la tormenta pase y justo cuando sople la cálida brisa de tranquilidad hablar con el amor de mi corazón y no con la ira de mi cabeza.
Sigo en el proceso de aprendizaje…
¡¡Pásenla bien!!