martes, 20 de diciembre de 2011

Carta a Eva

Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fábrica donde trabajaba Manuel.

La sonrisa ancha, la lluvia en el pelo,
no importaba nada
ibas a encontrarte con él…

Son cinco minutos
la vida es eterna,
en cinco minutos.

Suena la sirena,
de vuelta al trabajo
y tú caminando lo iluminas todo,
los cinco minutos
te hacen florecer.

“Te recuerdo Amanda” (Fragmento). Víctor Jara.

---

Mi amada Eva:

Creo que tenemos más tiempo sin comunicarnos del que juzgo prudente, esas cosas suelen pasar cuando queremos ocultar cosas o gritarlas con tal fuerza que no necesiten confirmaciones verbales o escritas, sin embargo, mi querida, espero que jamás dudes cuánto te he extrañado.

No sé por dónde comenzar, ojalá pudieras ver mis ojos y leer mis penas y alegrías pero las fotografías no nos brindan esa oportunidad. Yo siempre he sido tan diferente a ti en eso de expresar los sentimientos. Debo confesar que te he envidiado; tú tan libre, bella, amada y con el coraje de siempre buscar algo mejor, no todos podemos hacerlo con el desenfado que tienes, la fuerza con la que te entregas, la sinceridad con que andas por la vida sin pretender dañar, sin más ánimo que el de brindar una sonrisa franca a quien la necesite y hasta a quién no.

¡Ay! mi Eva, mi vida sigue llena y mi corazón vacio, mis caminos largos y mis pasos cortos. Por unos minutos quise calzar tus zapatos, tan altos y llamativos como llenos de experiencias, siempre pensé que eran capaces de impulsar al más torpe caminante por una senda interesante.

¿Sabes Eva? Hay muchas cosas que se agolpan en mi pecho y no logro pronunciar, siempre ayudaste a mi libertad pero hoy estas lejos y no logro evitar sentirme presa en ocasiones. No lo negaré, sentí cierta ira cuando te vi buscar nuevos caminos, experiencias, amores, tu habilidad de sufrir desamores sin que en ello se te gastara la existencia, te alejabas tanto y yo sin poder moverme.

Hoy veo hacia atrás y más que a mí te he visto a ti, he tratado de descifrar tu silueta de pie frente al mar, transparente y feliz … mis recuerdos son tan vívidos, me parece ver el brillo de tus lágrimas y oír tu voz entrecortada mientras tratabas de entender las cosas que pasaban a tu alrededor.

Quise con esta carta contarte qué ha pasado en mi vida pero, mi niña, no pude más que verte en mis recuerdos, que sentirte en mis latidos, extrañarte con cada tecla que pulso. Los días pasan y nos volvemos cobardes, conformistas, nos ocultamos de todo… pero tu mi nena… tu no, eres tan fuerte que asustas, tan llena de vida que no puedes más que repartirla por doquiera que andas.

Eva, ¿recuerdas aún cuando éramos tan unidas que lográbamos pensar igual? ¿Cuándo no necesitamos preguntarnos nada porque sabíamos cuales serían las respuestas? Alguien pudiera pensar que era aburrido pero tendrían que conocerte para saber cómo eres capaz de llenarlo todo con tu luz, con tu magia.

Aunque estemos distanciadas te recuerdo y te abrazo. Desde mi orilla veo las estelas en el mar y pienso en que son parte de tu esencia, que de alguna forma no te me has ido, que te llevo en mi alma… porque ahí te guardo… como se guarda ese rayito de luz que llega y alegra una mañana o el que se va y hace inolvidable una tarde… como se guarda un pedazo del propio corazón.

¡Gracias por darme un poco de tu luz!