No te dejará dormir este estrépito infinito
que intenta llenar los días de tinieblas y enemigos.
Una estruendosa jauría se empeña en hacer callar
las preguntas, los matices, el murmullo de ojalás.
Ruido de conversos que, caídos del caballo,
siembran su rencor perseguidos por sus pecados.
Si se callase el ruido
oirías la lluvia caer
limpiando la ciudad de espectros,
te oiría hablar en sueños
y abriría las ventanas.
Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar sobre las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.
Háblame de tus abrazos, de nuestro amor imperfecto,
de la luz de tu utopía, que tu voz tape este estruendo.
"Si se callase el ruido" (fragmento). Ismael Serrano
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Eva avanzaba entre luces y
sombras, por lugares extraños, rodeada de gente pero sola.
Se sentó de pronto en el viejo
banco del parque, el mismo que tanto recuerdos le trajo antes y que ahora buscaba
solo como apoyo del silencio que necesitaba. Pensaba mucho, demasiado quizás.
Abrió entonces su libreta de
apuntes. Sangría antes de iniciar un párrafo, mayúscula -por supuesto-. Un
breve esbozo de sus ideas, una premisa con punto seguido. Otra corta oración.
Punto aparte.
Otra sangría, cuidadosa
caligrafía, tildes bien marcadas. Las palabras corrían por su papel como las
horas en aquella banca oxidada.
Eva titubeó un segundo. Apretó su
pluma, prosiguió la escritura. Otra pausa. Nueva vez movió la pluma, acomodó su
blusa, miró sus zapatos gastados de tanto caminar, sintió aquel cilindro de
tinta azul resbalar y volvió a acomodarlo.
Su pensamiento se alejaba de lo
escrito como si evitara escribir la siguiente oración pero al final lo hizo,
abrió ese paréntesis que tanto trabajo le costó, sobre el que tanto meditó...
Eva siguió escribiendo dentro de
él (ahora sin pensar en el final de la historia); aquel signo era lo que
necesitaba para alejarse de su relato de una historia bien hecha pero mal
contada, complicada y dolorosa.
Un paréntesis que marcaba el
inicio de una historia distinta...
Esta vez no pensó en la lluvia,
en el límite del mar, ni en el momento de poner un punto final.
Eva escribía, nueva vez escribía.