Ahora sólo me queda buscarme de amante
la respiración.
No mirar a los mapas, seguir en mi mismo
No andar ciertas calles,
olvidar que fue mío una vez cierto libro
O hacer la canción.
Y decirte que todo está igual,
la ciudad, los amigos y el mar,
esperando por ti.
Y se siente en la conversación,
o será que tengo la impresión,
de la ausencia y de ti.
No quisiera un fracaso en el sabio delito
que es recordar.
Ni en el inevitable defecto que es
la nostalgia de cosas pequeñas y tontas.
Las ideas son balas hoy día y no puedo
usar flores por ti.
Hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir
lo que aquí no he podido decirte,
hablar como un árbol
con mi sombra hacia ti.
Como un libro salvado en el mar,
como un muerto que aprende a besar,
para ti, para ti.
"De la ausencia y de ti" (Fragmento). Silvio Rodríguez.
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... Y se preparó un vaso con leche y
miel para espantar la amargura, movió sus pies con espantosa pesadez. Miró todo
lo que para Adán había preparado. Allí pensó que no tuvo reparos en poner
atributos a esa distante imagen que nunca llegó a conocer.
Pero nada importaba en el aquel
instante porque ella como los muertos aprendió que hay lugares de los que no se
vuelve y hay otros a los que no se llega.
La mañana era fría, igual que su
mirada, una que se perdía en color mandarina de un sol que salía a calentar, a
bañar todo con su luz, a cambiar la noche por el día. Eva seguía con sus pies
desnudos, exactamente igual que su alma, buscando quien la abrigara y brillara,
y resplandeciera, y calentara o que simplemente fuera...
Eva seguía mirando al vacio, sintiendo
el vacio, odiando el vacio.
Aquella casa era tan grande para
ella y tan pequeña para esconder el miedo que la acompañaba. Ya muchas veces
trató de salir, buscar sus agendas, olvidar sus agendas, caminar, correr,
sentarse, acostarse... todo daba igual.
¡Cuánto encanto se esconde en el
frío de las mañanas solitarias! Eva no lograba entenderlo.
Un vaso de leche con miel para
aliviar las amarguras porque alejarlas con una receta tan simple era imposible,
ahora lo comprendía. Dio vueltas por toda la casa solo para observar cómo
bañaba el sol cada espacio. Miraba por las ventanas como el preso que se
maravilla al escuchar el silencio y ver los colores de la libertad pero solo detrás
de las rejas.