martes, 26 de febrero de 2013

Eva... También mis peros


Ya estoy en la mitad de esta carretera
tantas encrucijadas quedan detrás...

Todos los altibajos de la marea
todos los sarampiones que ya pasé...

Lo que tenga que ser, que sea
y lo que no por algo será.
No creo en la eternidad de las peleas
ni en las recetas de la felicidad.

Cuando pasen recibo mis primaveras
y la suerte está echada a descansar.

Y el que quiera creer, que crea
y el que no, su razón tendrá.
Yo suelto mi canción en la ventolera
y que la escuche quien la quiera escuchar.

Ya está en el aire girando mi moneda
y que sea lo que sea.

"Sea". Jorge Drexler
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Me pasó por el lado y no me reconoció... o me hizo creer que no; una vez más con sus tacones rojos y esta vez con su pelo corto, tenía un aire distinto, no parecía Eva.

Seguí sus pasos solo para saludarle y mirar sus hermosos ojos color miel, sin embargo, la mujer que siempre lucía feliz al verme, ahora no volteaba, sin expresión, sin risas pero sin llantos.

Fui feliz al verla, su sola silueta era una poesía, lucía más delgada, su andar pausado, su perfume suave pero envolvente, su bolso y sus llaves en el lugar de siempre; aunque fuera en la distancia, Eva había vuelto a caminar y tuve la esperanza de que también hubiera vuelto a hablar.

Se quitó el cabello del rostro de manera tan lenta que no pude más que suponer que le pesaban las manos, luego percibí su cansancio, se auto-masajeaba los hombros pero yo en la distancia sonreía, nunca pensé que faltara a su espalda quien quisiera tocarla, estar cerca de su tersa piel pero viajé en el tiempo y el recuerdo, jamás vi a Eva acompañada, solo veía sus recuerdos retratados en las historias que me contaba en cada encuentro...

La felicidad de ver a Eva con sus tacones rojos era inexplicable pero... pero es como si fuera una Eva distinta, sus ojos no me regalaban sus gotas corazón, de hecho, es como si no mirara a nadie... ni nada.

Esta vez nada que contar sobre su historia pero es tuve cerca su perfume, pero vi sus tacones rojos, pero aprecié sus manos cansadas, pero vi a Eva... Caminaba!!

viernes, 8 de febrero de 2013

Eva... en silencio.

Uno se cree 
que las mató el tiempo y la ausencia. 
Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta. 

Son aquellas pequeñas cosas, 

que nos dejó un tiempo de rosas en un rincón, 
en un papel o en un cajón. 

Como un ladrón te acechan detrás de la puerta. 


Te tienen tan 

a su merced como hojas muertas 
que el viento arrastra allá o aquí, 
que te sonríen tristes y 

nos hacen que lloremos cuando 
nadie nos ve.

"Aquellas pequeñas cosas". Joan Manuel Serrat

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Jamás pensé que la sonrisa que vi en su rostro la última vez escondiera tanto. Hoy la busqué, traté de ver de su cara, de ver ondear su pelo, de conocer ese nuevo capítulo de su historia pero sólo silencio obtuve de Eva.

Tantas preguntas sin contestar, era su cara frente a la mía, sin gestos, sin ademanes, sin cejas arqueadas, sin historias de agendas perdidas o citas canceladas, sin zapatos rojos o tenis sustitutos... no decía nada.

Traté de recordar los puntos donde se detenía a ver el sol y ahí me paré, quería provocar alguna reacción, que me moviera, que hablara de sus Adanes y edenes, sus flores, lágrimas y risas pero Eva no se movía.

Supe entonces que nada de lo que hiciera lograría hacerla reaccionar y decidí quedarme a su lado acompañándola... incluso en el silencio.

La tarde estaba en calma, el sol con sus destellos no lograron dar calidez al momento pero agradecí que allí estuviera, iluminando el instante que me parecía eterno. El silencio de Eva era algo que no entendía pero como en cada visita y decisión de su vida no pude más que respetar.

En un arrebato sujeté su mano, recibí la complicidad de su inamovilidad; no soportaba verla así, sin apretar sus llaves, sin sonrisa y sin las lágrimas que limpiaban su alma cuando la adversidad la rebosaba.

Me marché sin la historia que buscaba, Eva no habló, no escribió, no rió... ni lloró.