Ya estoy en la mitad de esta carretera
tantas encrucijadas quedan detrás...
Todos los altibajos de la marea
todos los sarampiones que ya pasé...
Lo que tenga que ser, que sea
y lo que no por algo será.
No creo en la eternidad de las peleas
ni en las recetas de la felicidad.
Cuando pasen recibo mis primaveras
y la suerte está echada a descansar.
Y el que quiera creer, que crea
y el que no, su razón tendrá.
Yo suelto mi canción en la ventolera
y que la escuche quien la quiera escuchar.
Ya está en el aire girando mi moneda
y que sea lo que sea.
"Sea". Jorge Drexler
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Me pasó por el lado y no me reconoció... o me hizo creer que no; una vez
más con sus tacones rojos y esta vez con su pelo corto, tenía un aire distinto,
no parecía Eva.
Seguí sus pasos solo para saludarle y mirar sus hermosos ojos color
miel, sin embargo, la mujer que siempre lucía feliz al verme, ahora no volteaba,
sin expresión, sin risas pero sin llantos.
Fui feliz al verla, su sola silueta era una poesía, lucía más delgada,
su andar pausado, su perfume suave pero envolvente, su bolso y sus llaves en el
lugar de siempre; aunque fuera en la distancia, Eva había vuelto a caminar y
tuve la esperanza de que también hubiera vuelto a hablar.
Se quitó el cabello del rostro de manera tan lenta que no pude más que
suponer que le pesaban las manos, luego percibí su cansancio, se auto-masajeaba
los hombros pero yo en la distancia sonreía, nunca pensé que faltara a su
espalda quien quisiera tocarla, estar cerca de su tersa piel pero viajé en el
tiempo y el recuerdo, jamás vi a Eva acompañada, solo veía sus recuerdos
retratados en las historias que me contaba en cada encuentro...
La felicidad de ver a Eva con sus tacones rojos era inexplicable pero...
pero es como si fuera una Eva distinta, sus ojos no me regalaban sus gotas corazón,
de hecho, es como si no mirara a nadie... ni nada.
Esta vez nada que contar sobre su historia pero es tuve cerca su perfume,
pero vi sus tacones rojos, pero aprecié sus manos cansadas, pero vi a Eva...
Caminaba!!