Se dice que el ansioso
esconde un alma en paz,
viajero o misionero
va lejos mucho más
Si miro hasta el cielo
o dentro mío, no sé,
ya nada importa mucho
si puedo con sinceridad
saber que lo intenté
Viajé por tantos lados
en la imaginación
estamos siempre andando
sin tiempo ni razón;
¿quién sabe las respuestas?
¿quién puede elegir
si existen diferencias?
sabemos que hay, en cada ser
deseos de vivir
La brisa que acaricia
con suavidad el mar
y todas las gaviotas
que vuelan sin cesar
lo veo y lo siento
y no lo sé explicar
espléndido momento
sentir llover
y el sol nacer
vivir y disfrutar
Como el mar y su creciente
va la gente al andar,
como el viento y su corrida
va la vida al andar
como el sol a la mañana
que reclama el andar,
atesoro el momento
vivo y siento,
es mi intento
y lo hago al andar!
esconde un alma en paz,
viajero o misionero
va lejos mucho más
Si miro hasta el cielo
o dentro mío, no sé,
ya nada importa mucho
si puedo con sinceridad
saber que lo intenté
Viajé por tantos lados
en la imaginación
estamos siempre andando
sin tiempo ni razón;
¿quién sabe las respuestas?
¿quién puede elegir
si existen diferencias?
sabemos que hay, en cada ser
deseos de vivir
La brisa que acaricia
con suavidad el mar
y todas las gaviotas
que vuelan sin cesar
lo veo y lo siento
y no lo sé explicar
espléndido momento
sentir llover
y el sol nacer
vivir y disfrutar
Como el mar y su creciente
va la gente al andar,
como el viento y su corrida
va la vida al andar
como el sol a la mañana
que reclama el andar,
atesoro el momento
vivo y siento,
es mi intento
y lo hago al andar!
"El Andar". ABBA
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Ya había probado todas las formas posibles para
cambiar su vida, todas las limpiezas de armario, todas las noche en vela y días
despierta, cambio de calzado, colores, formas, su casa, los cuadros, los
recuerdos... todo cuanto pudo hacer hizo para cambiar los sentimientos que le perseguían
y amenazaban con acabar cada falsa bella historia de amor que comenzaba con
cada nuevo equivocado Adán.
Si Eva caminaba con la cabeza baja, en esta ocasión,
lo hacía por dolor o miedo de volver a sentirlo correr por sus venas, por el
temor de sentir quemar sus entrañas con otra historia fallida de entrega sin respuesta;
ya no lloraba, solo suspiraba.
La vida se convirtió para ella en una gran
carrera en la que se seguía por impulsos, a fuerza de no entregarse a la muerte
o al olvido, ese olvido que siempre temió y que de a ratos buscaba
desesperadamente. En cierta forma Eva estaba cansada de sí misma y no
encontraba manera de acabar con tanto dolor y espera, con tantas ilusiones vanas
y rotas, con el vacio en su cama, con los príncipes que una vez besados se convertían
en sapos, con los sapos que jamás se convertían en príncipes.
Las estaciones pasaban, los escenarios cambiaban
con pasmosa rapidez pero Eva era la misma que esperaba sin esperanzas y embarcada
en un fatalismo que nadie lograba explicarse. Una vez más con la desesperanza
que le provocaba la soledad que sentía, acompañada sólo por personas y jamás por
el amor.
Le costaba dar crédito a lo que oía... esta vez
no era el teléfono, fue el timbre de la puerta, imposible creerlo, nadie jamás
se acercó ahí, nunca hubo interés de trasladarse hasta ese lugar; una vez más
sonaba el timbre, Eva estaba tan imbuida en sus pensamientos que no alcazaba a
entender cómo era posible que eso pasara...
-Tocan la puerta equivocada- pensó, mientras
comenzaba a acomodarse nueva vez entre sus cojines, justo en ese momento,
escuchó lo que parecía unas manos en la madera. Tres toques confirmaban la
firmeza y determinación de la persona al otro lado.
-Eva... Vine por ti!- Las palabras que siempre
quiso oír eran pronunciadas y no podía pararse de aquel sofá porque seguía paralizada
por el miedo... el miedo que le helaba las manos, el corazón y el alma; el
temor de estar a las puertas del paraíso y no saber cómo ganarlo, el temor de
estar escuchando la voz de Adán y no reconocerla... o de que no fuera Adán aquel
que tocaba esa puerta y darse cuenta una vez que la puerta ya estuviera
abierta.