sábado, 3 de agosto de 2013

Eva escribía... y pensaba!


Se sentó y escribió largamente, vio su papel mojado y la tinta escurrirse pero no pudo detener sus manos. Como una señal que presagia el final del dolor, como el agua y el detergente que se llevan el hedor de la basura, como la lluvia que, aun sin saberlo se lleva la mugre de las calles... así era aquella pluma que impenitente pululaba por aquella hoja amarillenta, buscando sentido a lo que jamás debió ser.

Pensaba en momentos de felicidad, para borrar la miseria que sentía su alma; en la riqueza que tuvo en sus bolsillos, para no sentir lo vacía que estaba su alma, recordó las veces que se creyó feliz pero eran tan pobres esos, que no llenaron los resquicios de amargura que por tanto tiempo sentió.

-'Los ojos humanos se empeñan en ver los colores en las plumas de un ave, admirar su vuelo; los oídos se deleitan con su canto'-, no quiso romper la magia usando la razón para recordar que no son más que herramientas para la supervivencia.

En esta ocasión ella se sentía cómo aquel pájaro debía sentirse: ordinaria a sus propios ojos, respirando y aceptando imposiciones de la naturaleza, el llamado a la vida misma y los actos a los que estaba condicionada.

-'La magia existe en los ojos del espectador, esos que tejen historias encantadas, aquellos que encuentran polvos dorados por donde caminan; el 'mago' solo les da la posibilidad de encontrar aquello que buscan en sus sueños y hacerlo realidad'.- Hizo una pausa.

¿Cuántas cosas se pueden pensar en una noche de lluvia, cuando ya los truenos no te hacen saltar, cuando no deslumbran los rayos que atraviesan el cielo, cuando todo es vacio?

Recordó muchos rostros, pocos nombres, unos cuantos momentos; sintió ira, miedo, alegría, tristeza, temor. A todo dio asilo para llenarse, fue en vano.

'El mundo fuera mejor lugar sin personas de esas que no entienden su naturaleza, su finalidad, su sentido, sin esos seres que no ven 'lo que todos ven', sin esos que se enfrascan en el dolor'...

Su pluma no dejaba de correr.

Se perdía otra vez entre tantos pseudónimos y personajes creados para no mostrar su rostro y comenzó a comprender que de tanto pretender ser alguien más, olvidó quien era y cómo volver a hacerlo.

-'Unos ojos sin brillo, que pretendió usar para simular alegría, una boca que conocía a la perfección el rictus al que llamaban sonrisa, una que había olvidado cómo hacer manar una mueca desde el corazón'.- Parecía pasar balance.

Mientras el ruido de los truenos seguía recordándole que estaba despierta, repasaba. ¿Cómo aprendió a ser valiente a los ojos de los demás, a ocultar miedos, a usar el lenguaje para callar la verdad, a no pensar para no ofender?

Las páginas seguían llenándose una tras otra. ¿Cómo describir eso en lo que se había convertido?

Ella no era más que el recuerdo de alguien olvidado, la mancha que se esconde bajo el tapete, la sombra que se escurre a medio día, la palabra que se dice sólo por necesidad u obligación.

¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Qué buscaba? ¿Qué esperaba?

Su cabeza siempre estuvo llena de preguntas que jamás pudo compartir o responder.

Es ese momento, dentro del agujero que hizo para no molestar, descubrió que no era lo suficientemente profundo para vaciar su alma, no lo suficientemente oculto para esconder su rostro, ni con el contenido suficiente para llenar el corazón.

El alba llegaba, sus fuerzas acababan, cesó de escribir...