como la gasa que impide el descaro
de un cuerpo desnudo,
como el embrujo que atonta el sentido,
como la niebla que oculta el sembrado,
como el verano que elude el vacío.
Humo,
la sensación de que dicen el todo
y es sólo un mendrugo,
como un escudo que frena el empuje,
como una brizna que ciega los ojos,
como el decoro insondable del hule.
Humo,
como el laúd que adormece las almas
y es sólo el preludio,
como el apuro que impide el encuentro,
como el abrazo que oculta la espada,
como palabras negando el silencio.
Detrás ,
detrás del humo,
si lo logras,
verás
todo lo que importa.
“Humo”. Pedro Guerra
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Hace unos días que trato de terminar algo para compartir con ustedes sobre ¿Qué es más importante: la envoltura o el contenido? pero no alcanzo plasmar todo lo que llevo dentro, no sé por qué. Estos días he tratado de alejarme de mi música porque nadie logra entenderla o siquiera la conocen, ahora siento que eso ha sido tanto como renunciar a ser yo, a lo que pienso y a lo que me ha gustado desde que tengo memoria, esa es una posible razón de mi falta de fluidez (es solo una posibilidad).
A dos semanas de haber iniciado aquel escrito no encuentro la conclusión, el giro, el puente, el ejemplo, el punto final; supongo que es lo que pasa cuando nos alejamos de la musa que nos inspira, cuando renunciamos a nuestra esencia para ser solo un ciudadano común, uno que agrade más o desagrade menos, convertirnos en alguien que se acerque al parámetro de lo que se percibe como ‘normal’.
Nuestras peculiaridades muchas veces nos hacen vernos en perspectiva, darnos cuenta de que aun respiramos y de que hay una razón para ello; para mí es la música, para otros es un libro, un videojuego, un director de cine, una esquina, el silencio o la soledad; es solo un aspecto nuestro que sumado a otros nos hace únicos e irrepetibles.
Pero ser únicos e irrepetibles no es tan fácil como tener hobbies o un refugio.
Sería cómodo que otros nos adivinaran los pensamientos, evitar la molestia de envolvernos en discusiones -estériles en ocasiones- tratando de exponer nuestro punto de vista y digo estéril porque nadie tiene toda la verdad en su poder. No hay nada repartido de modo más equitativo en el mundo que la razón… todo el mundo está convencido de tener suficiente, lo dijo Descartes, no yo.
¿Será solo casualidad que la gente se sienta feliz de encontrar personas que hablen ‘su idioma’?, un doctor está ‘a sus anchas’ conversando con otro en su extraño dialecto; pocas cosas hay tan placenteras como que alguien te entienda si mencionas un tecnicismo relacionado con tu oficio o carrera; qué felicidad tan grande encontrar en las redes sociales personas del pasado que estudiaron o se desenvuelve en la misma área que tú, ¿Conoces a ‘tal’ profesor? ¿Has visto como trabaja ‘fulano’? ¿Qué técnica usa ‘mengano’? ¿…pero la forma en la que lo usa ‘sutano’ no está en desuso?... es bueno sentirse como en casa, en absoluto dominio.
En más de una ocasión nos hemos sentido extraños por no encajar por completo en el modelo que se espera o hemos escuchado de alguien con terribles conflictos por ello, personas que necesitan tener estricto control del entorno. Es cada vez más difícil encontrar buenos escuchas porque estamos más interesados en hablar y exponer… a los otros: que aprendan (pobres ignorantes).
Escuchar música poco conocida, leer libros o artículos que a nadie más parece importar no es lo aceptable, si así procedemos ¿Cómo seriamos compatibles con los eruditos de temas gastados? seremos raros, en vías de extinción.
Hace un tiempo que no aparto la imagen de la que me hablaba un mi profesor Tejada (seguidor de este blog a quien agradezco sus comentarios). Me invitaba a darme una oportunidad, la de imaginar a una joven que, ante la presencia de un felino casero, afanosamente le espantaba con un enérgico zape, zape gato; de otro lado una dama, con la ternura que da los años, intentaba atraerle con un dulce miso, miso. Es posible que nos aterre la imagen porque pensemos que ya pronto iremos en caída y estemos más cerca de pronunciar un miso con desesperación. No pude evitar pensar en la joven haciendo gracias al animal solo porque 'a todos les gustan los gatos y deben tener uno' (aunque sé que no fue el sentido de mi profe)… que desesperación, si no encajamos estaremos CONDENADOS.
Ser único e irrepetible, estar en vías de extinción, también tiene sus ventajas; todos quieren a esas especies, desean acariciarlas por ser de esas que ya no se ven, de las que raramente encontramos. ¿Por qué resistirse entonces y no dejarse admirar?
¡¡Hazlo… sin modestia y sin aparte!!
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